El programa reúne a 70 personas que desean expandir la misión de la Fundación, incluyendo a pacientes y donantes. En el Día Internacional de los Voluntarios, compartimos historias de cinco integrantes de Rancagua, Viña del Mar y Santiago, comprometidos en salvar niños y adultos con cáncer de sangre.
María José, Thiare, Josesh, Judith, Sebastián y otras 65 personas conforman el voluntariado DKMS, quienes junto al equipo de Coordinación de Campañas buscan ayudar a pacientes con cáncer de sangre, mediante el registro de la mayor cantidad de donantes posibles. Su esfuerzo ha permitido que este año cerca de 30 mil personas se hayan registrado como tal en actividades presenciales de la Fundación.
Son este tipo de hitos los que destacamos cada 5 de diciembre en el Día Internacional del Voluntario, fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas. A continuación, los motivos por los que algunos de ellos se unieron al programa de DKMS y sus reflexiones en torno a su trabajo.
“Este es mi segundo año en Santiago, ya que me vine a estudiar. Me uní como voluntaria el primer semestre. Conocía a la Fundación hace tiempo por un caso cercano y ella tuvo la suerte de encontrar a su donante gracias al trabajo de DKMS. A mí me llamaba mucho la atención formar parte de esta causa, así que cuando se me dio la oportunidad no lo pensé ni dos veces.
Me encanta participar de las campañas: conoces personas increíbles, escuchas historias muy lindas y también es un espacio en que uno puede educar a la gente sobre lo que es la Fundación y cómo funciona la donación.
Pensar en lo increíble que sería que la persona que está llenando el formulario frente tuyo pueda salvar la vida de otra persona, es impactante. A veces las jornadas son largas y se supone que uno debería llegar a la casa cansado, pero siempre me voy con el corazón lleno de alegría”.
“Mi motivación partió por una historia muy personal: el 2019 pasé por una enfermedad de cáncer y a raíz de esa enfermedad tuve que hacerme un trasplante de médula ósea, por lo mismo quería estar en un voluntariado que tuviera relación con el cáncer. La verdad es que desconocía a DKMS, pero cuando me enfermé encontré esta Fundación que tiene una ayuda fundamental para las personas que están en una situación delicada de salud.
Yo pasé por todos esos procesos, muchas veces desgastantes, tanto personalmente como para la familia, y creo que aportar un granito de arena con las campañas, la motivación y la gestión de todo lo que se hace en DKMS, es súper gratificante.
Desde 2021 que soy voluntario. He hecho diversas campañas, como en eventos y universidades, y desde la primera que hice en Reñaca, las personas que estaban a cargo en DKMS me recibieron con los brazos abiertos, siempre guiándome en lo que uno tiene que hacer. Y la verdad es que en estos tres años siempre he sentido una preocupación muy genuina por parte de las personas que trabajan en DKMS por los voluntarios, los que somos fundamentales para que la Fundación siga haciéndose conocida”.
“Mi acercamiento con la Fundación y con el voluntariado nace a través de otro proceso: en 2020 me registré como potencial donante de células madre sanguíneas y, dos años después, me llamaron para donar. Así conocí el trabajo de DKMS. Sentí que era importante mantener ese vínculo y qué más valioso que hacerlo a través del voluntariado.
Aparte de eso, trabajar con un equipo muy lindo de voluntarios que donan su tiempo a esta causa es muy noble. Creo que darle vida a una persona o buscar esa oportunidad es fundamental, y ser parte de eso como voluntario es muy bacán para el espíritu”.
“Cuando conocí la Fundación me di cuenta de la hermosa labor que hacen y, de alguna forma, quise ser parte de eso. Desde un principio sentí la motivación de querer ayudar a los pacientes a encontrar a su Hermano de Sangre. Recuerdo que incluso antes del voluntariado veía videos de la Fundación, los seguía en redes sociales, y siempre se me apretaba el corazón cuando veía que alguien necesitaba un donante.
Trabajar como voluntaria en DKMS es súper gratificante, me hace muy feliz el hecho de ayudar para salvar vidas, es una noble tarea. Además, uno la pasa súper bien en campañas, conoces mucha gente y puedes ver las ganas que tienen de algún día convertirse en donantes.
Aparte que el equipo que coordina las campañas en la Fundación es súper amable, siempre están ahí para ayudarte si tienes una duda o si necesitas algo. Hay un apoyo constante y un compañerismo muy fuerte, entonces uno está súper a gusto y con ganas de seguir ayudando”.
“Conocí la Fundación DKMS por la enfermedad de un familiar muy cercano, donde estábamos todos muy abrumados por el diagnóstico: una anemia aplásica severa. Cuando el médico tratante de mi sobrina indicó que debería realizarse un trasplante de médula, apareció DKMS para darnos un aliento de esperanza y tranquilidad, ya que habían encontrado a su ‘gemelo genético’.
Durante el proceso, entre el trasplante y la recuperación de mi sobrina, me registré como potencial donante para devolver, simbólicamente, lo que para nosotros como familia significó. Comencé a seguir a DKMS en sus redes sociales para obtener más información de cómo ayudar y fue ahí donde encontré que podía ser voluntaria para registrar futuros donantes de células madre sanguíneas.
Cuando alguien se enferma no es tan sólo quien lo vive, es su entorno familiar que pierde las fuerzas para asimilar la situación actual. Sin embargo, con la Fundación, el equipo humano y cercano de DKMS, el viaje de la enfermedad de ese grupo familiar se hace más ligero. Me encanta colaborar, servir y ayudar a quien sea. Y si esa labor de servicio la potencio como voluntaria, mi corazón está llenito. Por eso hago un llamado a todas las personas a hacerse voluntaria o potenciales donantes”.